Nos encontramos en un momento crítico para la arquitectura y la construcción, en un punto de inflexión y de cambio de modelo. Muchos son los temas en ebullición que afectan el trabajo de los arquitectos, quienes debemos continuar formándonos cada día para incorporar los avances tecnológicos en nuestros proyectos, tecnologías que afectan tanto a los procesos de creación como a los métodos constructivos Este artículo aborda algunas de las cuestiones más apremiantes que impactan nuestro trabajo.
ENERGÍA
Por un lado, el cambio climático y el despertar, finalmente, de la sociedad hacia la necesidad de conservar nuestro planeta, están cambiando nuestra manera de construir y de diseñar. Los arquitectos somos agentes clave para avanzar rápidamente y con garantía hacia el futuro de una construcción ecológica. Podemos ayudar con nuestro conocimiento a hacerlo de una manera respetuosa con el medio ambiente y, a la vez, proveer al usuario con espacios dignos y confortables.
El sector de la construcción y operación de edificios representa aproximadamente el 34 % del consumo energético global y es responsable del 37 % de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía.
Sabemos que, si bien puede ser difícil reducir el gasto energético de la construcción de un proyecto, sí podemos reducir el gasto energético durante la vida de un edificio. De hecho, un proyecto puede ser muy eficiente sin grandes inventos tecnológicos, únicamente a través de decisiones acertadas en cuanto a su emplazamiento, orientación, protección solar, ventilación cruzada y elección de materiales.
Actualmente, el envejecimiento del parque construido español y la energía que malgastamos nos exigen repensar cómo renovar los inmuebles urbanos eficientemente y sin afear sus fachadas en el proceso. La rehabilitación energética es fundamental para reducir el consumo de recursos y minimizar las emisiones de CO2.
El ahorro de energía es, sin duda, uno de los principales retos y objetivos del sector de la construcción. El entorno construido es responsable de una gran parte de las emisiones globales de CO2, y reducir su impacto ambiental es crucial para enfrentar el cambio climático. A medida que las normativas se endurecen y la presión por la sostenibilidad aumenta, el sector de la construcción debe evolucionar rápidamente hacia soluciones más eficientes, utilizando tecnologías avanzadas y materiales innovadores. La colaboración entre arquitectos y autoridades es crucial para crear estándares globales y estrategias de descarbonización a nivel urbano.
Aunque hay avances, por ahora persisten en el sector resistencias al cambio y falta de capacitación en nuevas metodologías. Para responder eficazmente a estos desafíos, es necesario promover la formación y una mayor colaboración entre los actores del sector.
HUELLA DE CARBONO
Si bien no encontré una cifra específica para el porcentaje de recursos terrestres utilizados en la construcción, se sabe que este sector es uno de los mayores consumidores de recursos naturales debido a la extracción de materiales como arena, piedra y metales.
El sector genera entre el 25 % y el 30 % de los residuos sólidos a nivel mundial. En muchos países, los escombros y desechos de construcción constituyen la mayor parte de los residuos municipales. Por esta razón, es siempre preferible rehabilitar un edificio que demolerlo, aunque sea solo reusando la estructura.
También vamos demandando, como sociedad, la necesidad de controlar la huella de carbono de todo el material que utilizamos en la construcción. Es decir, cada día sabemos más sobre la energía que se necesita (o el CO2 que se emite) para la producción de un material, incluyendo su transporte y hasta su puesta en su ubicación final dentro de la obra. Sin embargo, todavía esos datos son difíciles de obtener y cuantificar. Como sociedad, podemos exigir de los productores ese cálculo. Con esa información, los arquitectos debemos estudiar y comprender el impacto que tiene cada uno de los materiales que elegimos, observando, además de todas sus características técnicas, su proveniencia y su impacto global. Este es un campo en continuo desarrollo.
Igualmente, los sistemas constructivos que elegimos para cada obra deben ser evaluados para asegurar su idoneidad con el contexto y con los recursos locales disponibles.
INDUSTRIALIZACIÓN
Si aceptamos que la vida útil de un edificio tiene una fecha de caducidad, o que, en un futuro cercano, podría requerir un cambio de uso, tenemos que diseñarlo para que ese edificio pueda adaptarse mejor al cambio o que incluso pueda reemplazarse en algún momento. Será mejor si este puede adaptarse a estos nuevos modelos, o si incluso puede desmontarse.
Un desmontaje implícito desde el principio en el diseño del edificio permitirá reusar un mayor número de elementos y reducir los kilos de basura a mínimos.
Por eso podemos empezar a entender el edificio más como un puzle, un ensamblaje de piezas. Parece que la construcción en seco va a ganar terreno y va a tomar el relevo, empezando por relegar al pasado la construcción de estructuras de hormigón (excepto bajo rasante, donde es difícil) y sustituyéndolas por estructuras de madera, metal o sistemas estructurales de piezas prefabricadas.
En este contexto, podemos controlar la selección de productos prefabricados que utilizamos en la construcción, y demandar de los fabricantes que estos productos, por ejemplo, una ventana, puedan ser eventualmente desmontados y sus componentes reciclados. Es decir, quizás en el futuro cercano las carpinterías de las ventanas puedan exhibir los tornillos en el ensamblaje de sus partes, que harán posible que sus elementos –aluminio, madera, acero, cristal, goma, etc.– puedan reciclarse. Como sociedad, podemos exigir que los fabricantes del producto o del material se responsabilicen de todo su ciclo de vida, incluido su reciclaje.
La industrialización llevada al sistema constructivo, a la obra, conseguirá reducir tiempos y aumentar el control de calidad.
ROBOTS
El desabastecimiento de materias primas y la falta de mano de obra para realizar las obras está dificultando y encareciendo los trabajos. Como consecuencia de la falta de mano de obra cualificada, vemos un interés, o una necesidad, en la introducción de robots en la construcción. El proceso de construcción tenderá a parecerse más a la construcción de automóviles. La producción de partes de la obra, por ejemplo, cuartos de baño que vienen ya montados o fachadas tecnológicas, se lleva haciendo años, pero cada vez avanzaremos más rápidamente en esta dirección y más partes de la edificación vendrán hechas de fábrica. Partes de la edificación se podrán prototipar en fábrica, como si fueran muebles o diseños industriales. Y una vez dado el visto bueno, se procederá a su construcción en gran escala.
Ya se están haciendo pruebas de impresión digital a escala gigante y en las fábricas los robots podrán conseguir una calidad del producto muy superior a la conseguida hoy en día en la obra, y la ejecución será mucho más rápida y más precisa a la vez.
HERRAMIENTAS VIRTUALES
Para conseguir este cambio en la construcción, los arquitectos habremos tenido que adaptarnos a las nuevas tecnologías usando programas de diseño que confeccionan modelos virtuales. Uno de estos programas, dentro de la categoría BIM (BUILDING INFORMATION MODELING), para modelar en tres dimensiones y conseguir un modelo virtual del edificio, es Revit. Muchos de nosotros ya estamos trabajando en tres dimensiones. Personalmente, considero que este programa es revolucionario. Permite construir la maqueta virtual del edificio desde el anteproyecto y poder analizar (y, por ende, controlar), por ejemplo, la cantidad de sol que entra por cada una de sus ventanas a cualquier hora, todos los días del año. También permite obtener las mediciones de los elementos del proyecto de una manera muy directa. Sin duda, su uso es un paso importante hacia la mejora de la comunicación entre arquitecto y constructor, ya que la maqueta virtual se ubica en la nube y es accesible en tiempo real para trabajar en ella simultáneamente por todos los profesionales involucrados. Gracias a este programa, se consigue la coordinación e integración de los distintos sistemas (electricidad, fontanería, aire acondicionado, entre otros) en la nube antes de iniciar la obra. Nosotros hemos utilizado este procedimiento para los proyectos que estamos construyendo en Bogotá, Colombia, y Monterrey, México, y nos ha facilitado la colaboración enormemente a kilómetros de distancia.
Igualmente, el uso de la inteligencia artificial será beneficioso para ahorrar tiempo en tareas burocráticas, como la preparación de pliegos de condiciones o memorias. Por supuesto que el arquitecto tendrá que revisar y editar la ayuda aportada por IA. Utilizaremos IA también para mejorar las imágenes de presentación, pero siempre sobre la base de un trabajo inicial original del estudio.
CONCLUSIONES
Ahora, más que nunca, los arquitectos debemos ser los mediadores entre las nuevas tecnologías, los paradigmas emergentes y el proyecto final. Tenemos la responsabilidad de responder a este desafío, que es ciertamente un reto sin precedentes. Tenemos el “expertise” y la experiencia, y es el momento de hacer uso de nuestros conocimientos. Debemos continuar formándonos para poder ser los expertos de los nuevos programas y de los nuevos procesos constructivos. Proyectar sin dejarnos seducir por la imagen de la tecnología y sin olvidar el objetivo final: conseguir la calidad del proyecto que merece cada usuario y cada ciudad.
Factores intangibles de la arquitectura como la experiencia espacial, la calidad y cantidad de luz natural, la relación interior exterior, el equilibrio compositivo de las fachadas y la correcta elección de materiales, escala humana necesitan ser reivindicados y, quizá, cuantificados para ocupar un lugar central en nuestra sociedad.
Sin embargo, observamos cómo el discurso sobre la calidad arquitectónica queda relegado en ferias y congresos, eclipsado por el atractivo de la innovación tecnológica.
Iniciativas como CONSTRUMAT son esenciales para promover la colaboración entre administración y profesionales, sensibilizar sobre la importancia de la buena arquitectura y garantizar que la tecnología sea un medio, no un fin. El arquitecto tiene la llave en la mano al ser a la vez técnico y humanista.
¡Pongámonos manos a la obra!