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European Bim Summit Barcelona 2018. CAATEEB Fotos
European Bim Summit Barcelona 2018
European Bim Summit Barcelona 2018. CAATEEB Fotos

Promotores públicos y privados, sobre todo del norte del país, están apostando por Passivhaus, viendo la madurez de sus soluciones a nivel internacional y la sencillez del propio protocolo de certificación. Este año se acaban de certificar bajo este sello edificios estratégicos como la torre de Bolueta (bloque más alto Passivhaus en el mundo), el edificio “carrer Nou2” de Girona (primer EnerPhit en uso multiresidencial), o la rehabilitación de un edificio de oficinas en Oviedo.

Cuando hablamos de digitalización en el sector de la construcción, no nos estamos refiriendo únicamente a trabajar en BIM. El BIM es primordial para que la documentación de los proyectos pase de ser anónima a ser reconocible y nos permite hacerlo en todas las fases del ciclo de vida. Las fases actualmente más desarrolladas son las que hacen referencia al proyecto y a la construcción de la obra, estando menos desarrolladas las fases de uso y derribo.

Al hablar de BIM, comúnmente nos referimos a la información contenida en un modelo digital (si es que no nos estamos refiriendo directamente a un software específico) a escala de edificio o de obra civil. El hecho de concentrarnos únicamente en la información de un único modelo digital nos permite reconocer dicho modelo, lo que es mucho, muchísimo, pero no suficiente, ya que no nos garantiza una mejora continua, aspecto básico en un proceso de digitalización.

Un ejemplo fácil que nos puede ayudar a entender el grado de digitalización de los modelos utilizados es pensar qué preguntas son capaces de responder estos modelos. ¿Cuál es tu coste? ¿Cuál es tu consumo de agua y energía? ¿Cuál será tu capacidad de deconstrucción? Si empezamos a realizar estas preguntas, veremos la limitación real de los modelos actuales de trabajo, aunque apenas obtendremos información de geometría y precio.

Este es un primer nivel, el de la incorporación de información a nuestros modelos constructivos. Las diferentes dimensiones del BIM, el 3D, 4D, 5D, 6D y 7D, nos dan las pistas necesarias sobre la información que podemos añadir a estos modelos y sobre las preguntas a las que pueden contestar.

Gestión de la Información de un edificio durante su uso. Software CENSEO

En un segundo nivel, se encuentra la comunicación, entendiendo dicha comunicación como la capacidad de compartir la información. Y en este punto, yo distinguiría dos ámbitos diferentes que pueden enriquecer al sector de la misma manera.

Primero, la capacidad de compartir la información del modelo con diferentes tecnologías. Aquí hablaríamos del IoT (Internet de las cosas): la realidad virtual, la realidad aumentada, la impresión 3D, etc. Es demasiado sencillo agruparlas de esta manera porque su relación con nuestros modelos digitales es realmente distinta. Con todo, ayuda a simplificar la idea.

El Internet de las cosas nos abre la puerta a un conocimiento de nuestra actividad de construcción y de utilización de lo construido que no nos habíamos imaginado. Solamente concentrándonos en el uso, la cantidad de datos que aporta el IoT sobre cómo somos capaces de utilizar nuestros edificios requeriría un artículo por sí mismo. Eso sí, está claro que, en muchos casos, la información que nos pueden llegar a dar los sensores (el conjunto de dispositivos que pueden adquirir datos en los edificios) nos va a aportar respuestas a preguntas que no nos hemos formulado todavía, aunque eso forma parte de un nivel de digitalización que explicaré más adelante.

El segundo ámbito sería la capacidad de compartir la información del modelo con diferentes actores del sector de la construcción. Queda un largo recorrido para que toda la información gestionada en el sector de la construcción esté digitalizada y el primer paso es que cada uno de los actores sea consciente de la importancia de esta digitalización. En este sentido, estamos empezando.

Los fabricantes deben saber que los datos de sus productos deben estar estructurados para que, además de informar de su precio o de sus características básicas, sirvan para que se hagan cálculos térmicos, acústicos o de impacto ambiental a través de su incorporación en los modelos digitales. Si no, estaremos perdiendo una parte importante de lo que podemos obtener con dicha digitalización.

Las administraciones públicas deben empezar a compartir la información de sus gestiones en formatos utilizables. Todo el trabajo generado por una administración pública debemos, no sólo conocerlo, sino también poder utilizarlo, obviamente cumpliendo con la Ley de Protección de Datos. También debemos saber, por ejemplo, cuál es el consumo de energía de las infraestructuras públicas, con qué materiales se han hecho, productos, durabilidades… Es necesario que se compartan dichos datos de forma estructurada para poder tener suficiente información para extender la mejora continua.

El hecho de que las administraciones públicas compartan dicha información permite saltar del modelo digital único, del nivel de edificio, al de nivel ciudad. Aquí es donde el esfuerzo de cada uno de los participantes del proceso de digitalización cobra sentido.

Esta responsabilidad de digitalización implica a las empresas constructoras, a los despachos de arquitectura, las ingenierías, etc. La comunicación de su información debe entenderse como parte de un eslabón de la cadena del Ciclo de Vida de una edificación/obra/ciudad.

Y en este punto, debemos ser conscientes de que uno de los objetivos de dicha digitalización debe ser que nuestras acciones generen un menor impacto, que seamos capaces de crecer pensando en la capacidad de crecimiento de las futuras generaciones, tal y como decía el Informe Bruntland.

La digitalización nos viene como anillo al dedo para cumplir dichos objetivos. La complejidad actual del análisis de impacto, en el cual podemos gestionar más de una veintena de indicadores ambientales, hace que sea difícil tomar conciencia de todos los impactos ambientales producidos a la vez que provocan nuestras decisiones. Al proponer una edificación, podremos saber realmente si es sostenible no sólo pensando en el presente de dichas decisiones, sino en el futuro de las mismas: con el menor impacto global posible, la mejor gestión de residuos, menor consumo de agua…

Aplicando el concepto del Ciclo de Vida de una obra, empezaremos a trabajar con la información de todas sus fases: diseño, construcción, uso y deconstrucción. Podremos utilizar todos los datos recopilados para mejorar las predicciones de impacto. A modo de ejemplo, no sólo vamos a poder estimar con mayor rigor el impacto ambiental de nuestras construcciones (sean edificación u obra civil, su consumo de energía, materiales, emisiones de CO2), sino que vamos a poder determinar, con la ayuda del análisis del Big Data y la inteligencia artificial, qué perfiles de uso son los más adecuados, qué orientaciones son las más beneficiosas en función de dichos perfiles de uso, qué tipo de construcciones son más fácilmente desmontables y con menor impacto en función de las localizaciones donde se encuentren, qué necesidades de productos existirán en una área concreta, cuál será la capacidad de crecimiento en función de los recursos existentes.

Obviamente, este proceso de digitalización requiere que hablemos el mismo lenguaje. Por tanto, los datos deben ser compartidos y comunicados en los formatos más estándares posibles.

Visualización de datos en las ciudades. MIT Open Documentary LAB. POV Company. Docubase

El comunicar y compartir los datos nos ayudará no sólo a nosotros, sino a que otros aprendan de nosotros. Y viceversa, es decir, “yo puedo trabajar en la fase de proyecto, y otro técnico, desconocido para mí, trabajar en el futuro uso pudiéndome llegar a informar de qué aspectos no han sido correctamente planteados en el diseño”. De esta manera, todos los actores del Ciclo de Vida de la construcción no sólo trabajarán para ellos mismos, sino también para los actores del resto de fases temporales.

Debemos fomentar una estructura de trabajo cada vez es más colaborativa. La colaboración ayuda en gran medida a la mejora de la sociedad, y por tanto, a construir, rehabilitar, explotar y deconstruir de una manera más eficiente y con menor impacto, es decir, más sostenible. Esto nos lleva al tercer nivel de la digitalización, el tratamiento de los datos. Este proceso paulatino de digitalización nos va a llevar a disponer de una cantidad ingente de datos que debemos ser capaces de convertir en información.

La gran ventaja en este punto es que la nueva gestión de dichos datos, el comúnmente llamado Big Data, a diferencia de la gestión tradicional, no deja ningún dato fuera. Lo analiza todo y después filtra la información, la depura de forma que acaba dando respuesta a preguntas nunca antes formuladas. Así podrá llegar a establecer relaciones que, de acuerdo con la lógica humana, nunca se habrían generado. Sobre este aspecto, empezamos a tener ejemplos de grandes empresas gestoras de datos. Amazon, sin ir más lejos, ya ha declarado que puede avanzar una compra antes de que el usuario haya hecho el pedido.

Por un lado, dispondremos del análisis Big Data, pero también de la inteligencia artificial. Y en este segundo caso, la experiencia, no de los programadores sino de los técnicos que conozcan de forma profunda el proceso constructivo, será clave a la hora de crear una inteligencia realmente inteligente. Uno de los retos, desde mi punto de vista, es formar a técnicos para que puedan transmitir de manera adecuada y programar su conocimiento, de lo contrario, será difícil conseguirlo.

En mi opinión, existe un último nivel. Trata sobre la transmisión de los resultados y la relación de los usuarios con todo este nuevo mundo digitalizado. Me refiero a la usabilidad o a la capacidad que el usuario tenga de interactuar con todos estos datos, ya que no estamos preparados para poder absorber tanta información. Podemos encontrar casos en que toda esta información no es humanamente digerible, y por tanto, los mecanismos de comunicación con el usuario final deben ser pensados y validados. Se debe pensar en sistemas que sólo den acceso a aquello necesario en cada caso de forma que el resto del análisis quede en un segundo plano a la espera de ser utilizado en otras situaciones. Asimismo, debemos trabajar en visualizaciones entendibles que simplifiquen dicha transmisión de la información.

Según decía Peter Drucker (padre de la gestión moderna), la planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes. La aplicación del concepto de Análisis de Ciclo de Vida está totalmente alineada con esta visión. La recopilación de la información a través de la digitalización y el análisis que hagamos de ella nos permitirá conocer la capacidad que tenemos de predecir nuestro futuro. Y dicha capacidad sólo será posible si disponemos de la máxima información de nuestra actividad. Lo que no se analiza no se puede predecir.

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