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Veronica Kuchinow, especialista en simbiosis industrial y eficiencia en el uso de los recursos como herramienta hacia una economía circular.
Veronica Kuchinow
Veronica Kuchinow, especialista en simbiosis industrial y eficiencia en el uso de los recursos como herramienta hacia una economía circular.

Ingeniera agrónoma de formación, creo su primera empresa en el año 2004: ZICLA, especializada en productos reciclados y en soluciones innovadoras en la gestión de los residuos. En 2014 fue una de las cofundadoras de SÍMBIOSY, donde es responsable directa de los proyectos de simbiosis industrial a nivel nacional e internacional. Se muestra convencida que la construcción es uno de los sectores con más oportunidades de cambio, pero subraya que a la vez es uno de los más resistentes al cambio.

Además es presidenta de la Comisión de Energía y Residuos del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Catalunya y presidenta del Congreso Internacional Rural Smart Grids. También es fundadora y miembro de la junta directiva de la asociación empresarial Eco-Emprenedors, que promueve la implementación de la economía circular.

La definición de la economía circular cómo una nueva aproximación a los conceptos clásicos de reciclaje y reutilización de residuos se queda corta? Si es así, ¿por qué?

Veronica Kuchinow – El reciclaje es a la economía circular lo que la luna delantera es a un coche. Es importante que esté, esencial si queremos coger velocidad, pero no es lo fundamental.

La economía circular es ante todo una estrategia económica que ha de permitir a la sociedad del Homo Sapiens del siglo XXI sobrevivir en el planeta Tierra manteniendo el nivel de vida que llevamos hoy en dia. Nuestro sistema económico actual no es un sistema diseñado para pensar en reciclar y mantener el valor de los productos y materiales a lo largo del ciclo de vida, al contrario, es un sistema diseñado para maximizar la producción y el consumo. Lo grave es que este sistema sólo tiene sentido en un mundo con recursos infinitos, y vivimos en el planeta Tierra con los recursos que hay… y las consecuencias de su uso abusivo son graves (cambio climático, contaminación de agua, tierra y aire…).

La suerte es que tenemos conocimientos y tecnologías suficientes para, no sólo minimizar los impactos ocasionados por nuestras actividades, sino que podemos incluso generar impactos positivos, regenerativos. Hagamos, pues, que este modelo económico los reconozca y valore, para que se puedan ser viables en mercado. Caminemos, en definitiva, hacia una economía circular.

La construcción es una de las actividades humanas que más residuos genera y más consumo energético demanda. ¿Cómo se están introduciendo los conceptos de la economía circular en este sector tan estratégico?

V.K.- Muy lentamente… La construcción es uno de los sectores con mayor potencial de oportunidades de cambio y de nuevos modelos de negocio pero también es uno de los sectores más conservadores y reacios al cambio. Si observamos alguna fotografía de un edificio en construcción de los años 60, difícilmente encontraremos diferencias con uno actual…

Existen, sin embargo, empresas que ya están trabajando en el proceso de cambio: la construcción modular, industrializada, el uso de materiales sostenibles, las certificaciones como el Cradle2Cradle, los modelos de negocio considerando los edificios como bancos de materiales… Hay grupos de construcción (arquitectos, consultores, constructoras, industriales, recicladores) que ya están trabajando en proyectos de construcción circulares; algunos ya construidos como el Park 2020 de Amsterdam, promovido por Delta Development VolkerWessels, Reggeborgh y William McDonough, construido aplicando los principios del Cradle2Cradle. Son pocos, pero muy interesantes todos.

La rehabilitación de nuestro parque construido de viviendas, edificios y otros equipamientos es uno de los argumentos de futuro del sector de la construcción. ¿Se puede enmarcar como una actividad de economía circular o necesita responder a otros requerimientos?

V.K.- La rehabilitación, “per sé”, ya se acerca mucho más a un concepto de economía circular que la demolición, está claro. Pero naturalmente, también ha de ser “sostenible” y “circular”. Es como los productos reciclados: no por ser reciclado un producto ha de ser ambientalmente mejor que otro que no lo sea! Hay productos reciclados que son “terroristas” ambientales. Ocurre lo mismo con la rehabilitación.

Leemos en un artículo sobre los ciclos de la economía circular que una de sus características es que se fomenta la eficacia del sistema revelando y eliminando externalidades negativas. ¿Qué traducción práctica podría tener este principio en el sector de la construcción?

V.K.- Uno de los ejemplos más claro aquí sería el poder disponer de un banco de materiales de construcción libres de tóxicos (resinas, adhesivos, pinturas…). ¿Por qué introducimos materiales tóxicos en nuestro sistema? ¿por qué es la forma más barata de conseguir unas ciertas propiedades? Los fabricantes que los usan, ¿tienen idea de lo que suponen esos tóxicos una vez son residuos?. Ya no entro en lo que supone para la salud humana durante su uso, que sería otro tema. Evidentemente no, ni pagan lo que realmente cuesta eliminar el impacto de esos materiales, que imposibilitan el reciclado, contaminan recursos naturales,… Hay alternativas a esos materiales, por ejemplo todos los materiales certificados C2C. ¡Apostemos por ellos! Hagamos que cambien las reglas del mercado para potenciarlos. Incorporemos en el precio ese coste ambiental que hoy dia es “invisible”, monetariamente hablando.

Hablemos un poco de las posibles barreras al avance de la economía circular en España: políticas, legislativas, culturales, sociales… ¿Cuáles son las más importantes?

V.K.- El mayor desafío de la economía circular es cultural. Desde hace muchas generaciones nos han enseñado a trabajar y consumir en lo que llamamos el sistema lineal de coger-usar-tirar. Este proceso no se puede cambiar de un día para otro; necesita de una transición.

¿La clave para el impulso de la economía circular en España puede estar en iniciativas legislativas como tasas variables de gestión de residuos del tipo “paga según tiras” o rebajas del IVA para productos reciclados?

V.K.- Todo este tipo de iniciativas ayudan, está muy claro. Contribuyen a poner de relieve la importancia del tema y a realizar esa transición cultural que comentaba antes. Es como cuando se consiguió que los motoristas nos pusiéramos el casco a base de multas. Hoy en día, ya no harían falta; sólo ver a alguien subido en una moto sin protección en la cabeza y ya pensamos “¡se va a matar!”. Ya estamos educados en esto. Vamos a por nuestros recursos.

Algunas grandes empresas (Philips, Unilever, Renault) están implantando ya prácticas de economía circular y el valor/tirón de su ejemplo puede ser más que relevante. ¿Cuándo podremos tener ejemplos parecidos en España? ¿Es algo todavía muy lejano?

V.K.- ¡Ya tenemos empresas que han iniciado el proceso! Puede que sean más pequeñas y que no salgan en medios ni tegan grandes estrategias, pero son un referente. Hace falta que haya muchas más para que éstas no se sientan como salmones nadando contracorriente; pero está claro que tienen modelos de negocio que ya son circulares.

¿Cómo en algunos otros casos, la sociedad civil va por delante de gobiernos y políticas públicas en la adopción y el desarrollo de la economía circular?

V.K.- Como debe de ser. Pero es muy necesario que el viaje se realice juntos empresas-administración pública-sociedad (consumidores). Es un cambio que afecta a estos tres niveles: las empresas son el motor del tren, pero la Administración ha de allanar el camino construyendo las vías para que pueda moverse y los ciudadanos han de subirse a éste tren y no a otros, para que el viaje sea rentable.

¿Puede destacar algunos ejemplos empresariales, a nivel nacional e internacional, que ejemplifiquen el potencial de futuro de la economía circular?

V.K.- Me gustaría destacar los casos de simbiosis industrial como herramienta de aplicación de los conceptos de economía circular al tejido productivo. En Catalunya ya hay casos en marcha, alguno con más de dos años de camino, como el caso de Sinergias Bufalvent, el servicio de identificación e implementación de sinergias de la asociación de empresarios de Bufalvent (Manresa), que estimula la colaboración entre empresas para aprovechar recursos infrautilizados o desperdiciados (residuos, calor, espacios, transportes, conocimientos, agua,…). Este proyecto es continuación del proyecto piloto de simbiosis industrial en Catalunya promovido por la Agencia de Residuos de Catalunya y el Ayuntamiento de Manresa con el Consorcio de Tratamiento de Residuos del Bages.

Otros proyectos pioneros son los impulsados por los ayuntamientos de Sabadell, Barberà del Vallès y Sant Quirze del Vallès, que por primera vez unen sus esfuerzos para ofrecer servicio de optimización de recursos a un corredor industrial de más de 2.000 empresas. Gavà, Viladecans, Granollers o el propio Consorcio de la Zona Franca son otros ejemplos de proyectos que implantan economía circular a través de sus empresas industriales.

¿Colectivos profesionales como los arquitectos, los diseñadores o los ingenieros deben jugar un papel protagonista en procesos de economía circular?

V.K.- ¡Son indispensables! El concepto, sus instrumentos de aplicación, sus modelos de negocio, han de ser implantados por todo este colectivo que, formado y concienciado, sea capaz de abarcar todos los proyectos y en todas sus fases y subsectores. La formación es, otra vez, indispensable. Siempre acabamos igual.

Barcelona, junio de 2017