En los tiempos que vivimos, nuestra casa se ha convertido en ese lugar que nos acoge, donde nos sentimos (o donde nos queremos sentir) protegidos, a gusto, confortables. Espacios ‘refugio’ que nos cuidan, hogares saludables donde aislarnos de los problemas y en esto la arquitectura se convierte en una herramienta de salud pública. Salud y edificación, un binomio imparable que será protagonista en la próxima edición de Construmat 2025.
A través de una arquitectura saludable y de una integración de criterios que impactan positivamente sobre la salud humana, los profesionales y los promotores pueden hacer trascender los valores de la sostenibilidad medioambiental en sus proyectos inmobiliarios, independientemente de su tamaño o uso.
Esto supone que los profesionales tengan en cuenta y apliquen aspectos que van desde la bioconstrucción, pasando por la bioclimática, la biofilia o la neuroarquitectura.
La bioconstrucción es un enfoque amplio de diseño y construcción, que fomenta espacios saludables, conectados con la naturaleza y resilientes frente a desafíos climáticos y sociales, priorizando el respeto al medio ambiente y la salud humana. Utiliza materiales naturales, locales y sostenibles y promueve la eficiencia energética, el confort térmico y un bajo impacto ambiental.
A la hora de diseñar, parece lógico (y no siempre se tiene en cuenta) una cuestión tan sencilla como la orientación de los edificios y los entornos construidos. El bioclimatismo supone aprovechar las condiciones climáticas naturales para optimizar el confort térmico y reducir el consumo energético. Todo ello empleando estrategias como la orientación solar, la ventilación cruzada, el aislamiento térmico y los materiales adecuados, así como integrando sostenibilidad, eficiencia energética y bienestar.
Salud física y mental
La biofilia o cómo el color verde incide no solamente en la estética, sino directamente en la sensación espacial de calma, supone incorporar elementos naturales dentro de los edificios y crear áreas al aire libre, fundamentales para mejorar la calidad y eficiencia del espacio. Esta conexión con la naturaleza beneficia a las personas, afectando directamente a su estado de ánimo y su salud.
Tampoco nos vendrá mal tirar de la psicología para construir espacios saludables y agradables para vivir. En este sentido, existen investigaciones y estudios científicos sobre cómo la experiencia espacial realmente influye en el bienestar de cada persona, y cómo impacta en la calidad de vida y la reducción de la fatiga mental. Es decir, que los espacios además de funcionales, han de contribuir a la salud física del cuerpo y al confort emocional y psicológico.
El diseño de los entornos donde vivimos y trabajamos puede ser un factor determinante en la promoción del bienestar emocional, la reducción del estrés e incluso en la mejora de nuestra salud mental. Esto supone aplicar la disciplina de la neuroarquitectura, otra tendencia en auge (aunque ya la aplicara, por ejemplo Frank Lloyd Wright), que analiza cómo el entorno físico afecta al cerebro y a la salud mental. Esta disciplina defiende espacios que fomentan la felicidad y la tranquilidad, que favorezcan la productividad y el bienestar de las personas, optimizando la iluminación, el color y el sonido, entre otros elementos.
Así, la iluminación natural, por ejemplo, es fundamental. Los estudios muestran que los espacios con acceso adecuado a la luz solar ayudan a regular los ritmos circadianos, lo que mejora el sueño y reduce la ansiedad. Además, la luz natural también favorece la producción de serotonina, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo y combate la depresión. Por tanto la iluminación debe concebirse pensando en el bienestar de los usuarios y la tecnología está permitiendo una alta calidad lumínica.
Otro aspecto donde se está avanzando e incidiendo mucho es todo lo referido a la acústica. ¡Que desagradable y molesto es tener ruido y reverberación en el interior de los espacios arquitectónicos! …nos dificultan la comunicación, generándonos estrés y fatiga. Afortunadamente la industria cuenta cada vez más con soluciones de acondicionamiento acústico con el objetivo de aportar mayor salud y confort a los usuarios, y la reglamentación lo tendrá en cuenta de manera obligatoria en la próxima actualización del CTE.
Calidad del Aire Interior
Una buena salud física, mental y social también se consigue alcanzando una óptima Calidad del Aire Interior (CAI) basada en una correcta elección de materiales y sistemas de climatización/ ventilación. No olvidemos que el aire interior, ese que respiramos en los edificios, puede ser hasta 1.000 veces más peligroso que el exterior debido a los productos del interior de las viviendas, como compuestos orgánicos volátiles (COVs) o asbestos. Una cuestión invisible pero crucial. Este tema no se puede olvidar tras la COVID.
La combinación de sistemas de ventilación con recuperación de calor, tecnologías avanzadas de filtración y purificación de aire son la mejor solución para garantizar una óptima calidad de aire en aquellos espacios interiores donde nos movemos la mayor parte de nuestro tiempo, ya sea en los hogares, oficinas o locales comerciales o de ocio. Por tanto la instalación de sondas de detección de calidad de aire para su monitorización será otro aspecto a tener en cuenta al igual que establecer protocolos de inspección de los sistemas de ventilación o aplicar la fotocatálisis para desinfectar el aire.
Así pues, la seguridad y la salud son vectores que se tienen que priorizar en el desarrollo de los proyectos de climatización, por delante del confort, del ahorro y de la eficiencia energética.
La filosofía de priorizar a las personas en ambientes saludables
Una solución para ganar en confort y salud es evolucionar a edificaciones pasivas y de muy alta eficiencia energética, casas ‘refugio’ más que ir a casas baratas o de calidad escasa (aunque cumplan la reglamentación), lugares que aporten bienestar en muchos sentidos.
Pero también conviene referirnos a la iniciativa lanzada por la Comisión Europea que busca integrar los principios de sostenibilidad, inclusión y estética en la transformación del entorno construido y que no es otra que la Nueva Bauhaus Europea (NEB) que combina arte, cultura, ciencia y tecnología para abordar los desafíos climáticos y fomentar una forma de vida más sostenible y saludable. La NEB tiene muy en cuenta los aspectos de bienestar y edificación saludable:
- Bienestar Integral: con un enfoque holístico del bienestar que combina aspectos físicos, emocionales y sociales, con un diseño centrado en las personas, con conexión con la naturaleza, calidad del aire y luz natural, así como con accesibilidad universal.
- Edificación Saludable: con tecnologías y prácticas que minimizan los impactos ambientales y maximizan el bienestar humano, es decir, con materiales sostenibles y no tóxicos, con eficiencia energética y confort térmico además de promover un estilo de vida saludable.
- Sostenibilidad ambiental como base del bienestar: con espacios urbanos regenerativos, un diseño resiliente y la aplicación de la economía circular en la construcción.
- Arte, cultura y estética como promotores del bienestar
La NEB propone que el diseño de edificios y ciudades sea una herramienta clave para mejorar el bienestar humano, promoviendo la sostenibilidad y la salud como pilares fundamentales de la vida urbana en el siglo XXI. Esto convierte a la arquitectura y al urbanismo en aliados cruciales en la transición hacia un futuro más justo, inclusivo y regenerativo.
Avanzar hacia un hábitat saludable y sostenible no sólo es necesario, sino que beneficia a toda la sociedad. Apostemos por ello. Si quieres saber más no te pierdas los contenidos y tendencias sobre edificios saludables que se abordarán en la próxima edición de Construmat del 20 al 22 de mayo en el recinto de Gran Via de Fira de Barcelona.